El impuesto sobre la herencia
«El arte de recaudar impuestos consiste en desplumar al ganso de manera que se obtenga la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de graznidos.» Jean Baptiste Colbert
Juan Pablo Maldonado Rojas
El análisis económico y político de cualquier impuesto tiene como centro el trade-off entre eficiencia y equidad. Donde cualquier impuesto se caracteriza por comportarse como un compromiso creíble, es decir, un “pacto”, en el cual el gobierno logra recaudar más de sus contribuyentes conforme más eficiente se vuelve en otorgar servicios públicos (Timmons, 2002).
La razón primordial por la que dicho “trade-off” es el tema central de la discusión es porque, sin ningún esquema de justicia social o de equidad, cualquier impuesto genera pérdidas en bienestar social, exceptuando un impuesto correctivo o un impuesto lump-sum. El impuesto correctivo busca disminuir la existencia de una externalidad negativa dentro de un mercado, y un impuesto lump-sum se caracteriza por ser de suma fija y no condicionado. Entonces, si esto es cierto, ¿por qué hay impuestos diferentes a cualquiera de estos dos? La pregunta tiene varias posibles respuestas; una es la necesidad de recaudar del gobierno para dar solución a problemas de acción colectiva (Olson, 1997) y otra, la búsqueda de establecer un esquema de justicia, equidad e igualdad de oportunidades dentro de la sociedad.
El análisis de los efectos económicos de un impuesto sobre la herencia solo se puede entender dentro del marco correctivo de la desigualdad social, por lo que los beneficios y los costos económicos deben ser ponderados dentro de este contexto.
Thomas Piketty desarrolló en 2013 una adaptación del modelo de Mirrlees bajo un esquema “rawlsiano” con el objetivo de explicar el impacto de un impuesto sobre la herencia. Piketty y Saez encuentran que el óptimo depende de la elasticidad de la herencia del consumidor sobre la tasa neta del impuesto. Esto quiere decir que la eficiencia del impuesto depende de que el consumidor, es decir, la persona que obtiene beneficios por heredar, no cambie “demasiado” su comportamiento tanto laboral como de consumo y ahorro.
Este resultado es el centro de la discusión. Un impuesto sobre la herencia puede generar distorsiones en los incentivos y comportamientos de los agentes económicos. La relación ocio-consumo, consumo-ahorro dependerá de la elasticidad del consumidor, ya que si la elasticidad fuera alta, las personas dejarían de tener incentivos a heredar por completo y empezarían a consumir más, ahorrar menos y trabajar menos, ya que el incentivo a acumular disminuye. Este resultado no solo distorsionaría el mercado laboral actual y las decisiones intertemporales de los agentes, sino
que también disminuiría la cantidad gravable para el gobierno. Por lo tanto, uno de los argumentos primordiales a favor del establecimiento del impuesto se basa en que en realidad la elasticidad a heredar es relativamente baja y, además, ciertos efectos corruptivos pueden controlarse si se crean excepciones a la ley.
Algunas excepciones se dan a ciertas relaciones personales y ciertos montos al heredar. Por ejemplo, Stefan Jestl encuentra que en 23 de 25 países europeos analizados con impuesto sobre la herencia, la herencia a esposas/esposos no genera impuesto, pero además este esquema discrimina con respecto a la distancia familiar, es decir, que conforme más cercana es la relación familiar, menor tasa pagan los individuos. Otra excepción importante está dada por el establecimiento de un monto mínimo y la progresividad con respecto al decil más alto. El monto mínimo gravable también es una fuente de gran diferenciación entre los países; por ejemplo, en Estados Unidos es de 11 millones de dólares y en el caso del Reino Unido son apenas 325,000 libras esterlinas.
El establecimiento y eficiencia de la ley, por lo tanto, dependen tanto de variables que controlan los cambios de comportamiento de los agentes económicos como de características sociales, económicas y políticas que las facilitan.
El caso mexicano presenta varias dificultades para el correcto establecimiento de un impuesto sobre la herencia. En primer lugar, la estructura oligopólica que mantiene la economía mexicana genera una incapacidad del gobierno para recaudar a las familias y grupos más ricos del país, esto porque existe una clara dependencia del gobierno con respecto a la élite económica.
En segundo lugar, como se mencionó al inicio del artículo, los impuestos son un juego de compromiso creíble, por lo que ante posibles cuestionamientos sobre el uso de los recursos recaudados, los agentes económicos podrían migrar porque al gobierno le falta legitimidad y no ha roto con la gran desconexión fiscal que existe en el país.
Por último, la eficiencia del gasto es vital si queremos justificar el establecimiento de los impuestos; según Our World in Data, en una lista de 37 países, México ocupa el último lugar en reducción de la desigualdad del ingreso por peso recaudado. Esto quiere decir que México, dentro de esta lista encabezada por Bélgica con 37%, es el más ineficiente en su batalla contra la desigualdad.
En conclusión, el impuesto sobre la herencia a nivel mundial ha mostrado que, bajo un correcto régimen de montos y exenciones, puede funcionar como una herramienta distributiva, teniendo en cuenta la gran dificultad que representa la eficiencia en el gasto y, además, partiendo de una evidencia empírica que marca una realidad en cuanto al monto real de recaudación, en realidad el impuesto sobre la herencia no recauda la cantidad estimada.
En el caso mexicano, dada la estructura de la economía nacional, la capacidad recaudatoria del gobierno y la eficiencia del gasto nacional, existen serias preocupaciones en cuanto al correcto establecimiento del impuesto, ya que, como mencionamos al inicio, cualquier impuesto genera cambios en los incentivos y las decisiones económicas de los agentes y, si no se cuidan cada una de las características del impuesto, el país podría caer en un equilibrio igual de desigual pero más ineficiente.
Referencias
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